El bautismo es un signo externo de una transformación interior. Es una declaración pública de cómo Jesús ha cambiado tu vida. Cuando te bautizas, muestras a los demás que has elegido seguir a Jesús, invitándoles a celebrar esta decisión contigo (Hechos 16:31-34). Es importante señalar que el bautismo en sí no te salva; es un símbolo y una celebración de la salvación que has recibido (1 Pedro 3:21). El mismo poder que resucitó a Jesús de entre los muertos está actuando en nuestras vidas, transformándonos, ¡y eso es algo que debe entusiasmarnos!

Jesús nos manda bautizarnos y nos da el ejemplo bautizándose Él mismo (Mateo 28:19-20, Marcos 1:9). Cuando obedecemos a Jesús, demostramos que creemos en Él y le seguimos (1 Juan 2:3). Puesto que Jesús expresó públicamente su amor por nosotros, nosotros también podemos compartir abiertamente nuestro amor por Él. El bautismo simboliza nuestro compromiso de apartarnos de una vida de pecado y volvernos hacia Jesús, el único que puede transformarnos de verdad (Hechos 2:38-41).

Para todo aquel que decide seguir a Jesús, el bautismo es el siguiente paso importante. Cualquiera que haya comprometido su vida con Jesús está listo para ser bautizado (Hechos 8:12).

Como padres, podemos guiar a nuestros hijos hacia Jesús, pero en última instancia, es su elección entregar sus vidas a Él (Romanos 10:9). El bautismo viene después de que una persona decide confiar en Jesús para su salvación y comprometerse a seguirlo (Hechos 10:47-48). En Vision Church, esperamos hasta que los niños tengan la edad suficiente para expresar su propia decisión de seguir a Jesús y entender lo que significa el bautismo. Si su hijo ha invitado a Jesús a su vida, tómese el tiempo para explicarle lo que es el bautismo y su significado. Anime la conversación, pero permita que ellos la dirijan.

En la Biblia, el bautismo se realizaba por inmersión. El término original para bautismo a menudo significaba sumergirse completamente en el agua. Jesús mismo se bautizó sumergiéndose y luego saliendo del agua (Mateo 3:16, Marcos 1:10). Este acto de inmersión simboliza la muerte, sepultura y resurrección de Jesús (1 Corintios 15:3-4). Sumergirse representa nuestra muerte al pecado y a nuestro antiguo modo de vida, mientras que salir del agua ilustra cómo Jesús nos resucita a una nueva vida, dándonos un nuevo comienzo (Romanos 6:3-5).

Si no has sido bautizado por inmersión desde que decidiste seguir a Jesús, queremos ayudarte a dar el siguiente paso de ser bautizado. Una vez que hayas dado ese paso, no hay necesidad de ser bautizado de nuevo. Dios nunca nos pide que demos un paso que no es bueno para nosotros. Él siempre nos da más de lo que merecemos o podemos imaginar, incluyendo la alegría que recibimos al escucharlo y hacer lo que Él dice.